agosto 24, 2015

Hablando de cinismo

Hablando de cinismo
y de franquezas
me sorprendo noche a noche
como un viviente cadáver
tirado al sol y boca arriba
con las tripas aún tibias
latiendo y al mundo expuestas.

En las paredes de mi habitación
existen relucientes alfileres
sujetando alas de mariposas
libres ya del peso del gusano
huellas de mis afilados nudillos
y tinta negra en modo versado.

Cosas de todos los días -me digo-
antes de asomar la cabeza al mundo
que a diario empuña una escopeta
o una series de dagas como soles
matando al ojo que no ha dormido.

Alguien me dijo una vez poeta
y lo creí cómo hacen los estúpidos
leí a Bukowski como quien lee la biblia
del arrabal que mata mientras muere
compre el tótem de un terrible gato
para dedicarme a amar los huecos
en los que se acurruca la muerte.

Ron, café, la bendición del tabaco
lunas y lunas, soledades añejas
aún a la espera de ver mi sonrisa cierta
enmascarada en mi calavera de diario.

Sin embargo, estoy dispuesto
y puedo firmarlo, la muerte no es algo
que me tenga cuidado
estoy dispuesto a dormir cuatro horas
por cada día para mirar el levante
que me envuelve en ocres y grises
siempre y cuando
a mi lado descanse tu sombra
en aquellos penosos instantes
en los que escribo embriagado
y con tus pechos como directrices.

Quizás ya habrás notado
que estoy jodido y ensimismado
también un tanto torpe del pecho
y por mi amistad con la copa embriagado
por amar y amar mientras estoy desecho
cuando sólo venía a decirte
que irremediablemente te extraño.

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