En el mundo sólo uno es capaz
de cuidar por su propio rabo
de besar de lengua sus propias quimeras
de embalsamar sus más sentidos muertos
de cuidar del calambre sus piernas.
Yo, siendo un terrible bebedor
soy el cabrón que se levanta de noche
a escribir la más terrible presión
en el pecho de las llantas de los coches
que por encima aún no me han pasado
por que mi futuro más fiel me han robado.
Ya he aguantado mucho
ya he perdido mucho
y ya no quiero perder
pero al demonio escucho
mutando a diario su ser.
Entre la apología y el cinismo
tengo prendido el pecho a las manos
y soy el resplandor de lunas oscuras
contrapuestas a los picos de una estrella
que sobrevive a versos inhumanos.
Y estando ya casi ebrio del todo
me muestro con el pubis y el alma
gangrenada de tanto y tanto lodo
a la espera de una ración de calma.
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