Y entonces, todo esto parece
un treta del dios del inframundo
que me ha visto caer de bruces
tantas veces y hasta el culo de borracho
y ahora me ofrece viandas
revestidas de caderas para olvidar
lo que soy y lo que siento, por un segundo.
Algunas veces hay que rechazar a dios
mejor dicho, la mayoría de las veces.
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