agosto 30, 2015

El azul de los picos de una estrella

Dieciséis horas fuera de casa
trece de ellas de rutinario trabajo
y el resto viajando en los trenes
que corren la ciudad por debajo
y ahora que tengo una hora para beber
mientras escribo esta torpe basura
soy la piedra anidada en el zapato
de los que han venido a hablarme del ser
sin entender de él la propia locura.

Algunas veces encuentro cierta paz
en esta habitación rojiza y desmembrada
tan llena de vacíos y de huecas botellas
en la que escucho mi pecho taladrar
el azul de los picos de una estrella.

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