Solía mirar a solas por la ventana
y en la agudeza mortal del cristal
destilaba reflejos ambarinos y negros
cuando entre sombras se embriagaba.
Solía mirar, también, cada gota de lluvia
en los atardeceres mezquinos sin amigos
y a menudo de llanto se bañaban sus pies.
Solía venir aquí con buenos tratos
y también solía llamarme Gato.
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