diciembre 07, 2013

Dejemos que el todo pase

"Se ha vaciado el efímero oasis contenido
en mi vaso; el primer trago siempre resulta
el más reconfortante, el más certero
y más parecido a sanar una purulenta
llaga en el pecho o a encender el levante
con la esperanza de un para siempre,
cuando la ausencia ronda bajo el vientre..."

Gabriel Salinas.



Realmente poco sabes de mí, pero me intuyes
en el silencio que te lleva a mis ojos
cuando te miran mirarme, y en la distancia
que me lleva a nombrarte no huyes
ni te atreves a poner en tu pecho cerrojo.

Tampoco de ti se mucho, lo suficiente quizás
para saltar al abismo donde la locura es bendita
y la sal no sala el alma, para querer quererte
en la cofradía de estas ganas siempre de más,
de más de ti, de tu pecho, de tus labios si me incitan
a cobijarme de la ausencia y de los feroces fríos
que soplan desde la cercanía del mar bajo los párpados,
a saberme vivo entre las sombras que pierden brío.

No vengo a hablarte de lo que puedo ser
por que la vida no me ha dado la facilidad
de la mentira, soy un imbécil que escribe
y mucho me temo que lo seguiré siendo,
aún anclado a la más rojiza de las piras
en las que ensalzo este verso mío que vive
y vibra, ante la carencia y la muerte que extiendo.

Pero dejemos que el todo pase,
el amor, la vida, todo aquello
que la suerte nos depare,
dejemos que las olas nos conlleven
al cielo o al infierno, a ninguna parte;
dejemos que este instante sea bello,
cuando me quieres y te quiero.

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