Yo, aún aquí, terrible, somnoliento,
hambriento, un tanto ciego y cansado
de la voz de mis manos, agobiado
con la noche, desnudo y sediento.
Yo, soga enhebrada de carne fatua
a veces tan fría, como los huesos
al alba expuestos; trágico deshielo,
bandada de palomas sin estatua.
Yo, polvo obsceno materializado
rondando los rincones, viejas tardes
donde las brasas son tibias y arden
espléndidas, el olvido, el pasado.
Yo, defensor de la orden elégica,
caballero ruin, tunante de flores
caducas contra espasmos y dolores,
de armadura a la alegría alérgica.
Yo, vaticinio del final del día,
víspera de resaca enmarañada,
augurio de soledades marcadas
por la arruga tenue de la ironía.
Yo, gastada apología nocturna,
amante eterno de la flor de caña,
disidente vil del llanto que empaña
con su gota la vista taciturna.
Yo, esclavo de pasiones desmembradas
que me salen debajo de la almohada
y ríen y lloran con sus alas de hada,
vivas quimeras de mi enamoradas.
5 comentarios:
Déjame que te tape con una manta para que no te esparzas ni te derrames sin darte cuenta...
Hoy la creatividad le desborda, querido amigo. Es un poema de los grandes. Mi mas sincera felicitación.
Un abrazo.
Como bien dice mi Caballero, Perfecto; hoy tus letras e inspiración amilanan a cualquiera.
Todo un placer leer, sentir, todos tus Tú.
Magnífico, Gabriel¡¡¡¡
Un beso
Ío
Tu, esclavo de ti..!
Te dejo un beso, a ver si asi puedes dormir. Saludos :)
Tú, hermoso gato,
tú, pardo felino,
tú,
¡coño!
¡COÑO!
Me vas ganando tantas partidas, y llegadas...
Tú, eres más que ayer... mucho más...
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