diciembre 08, 2010

Lo mío

Lo mío, dentro de todo sabe a vaguedad. Otra vez me ha caído y sin aviso encima la noche, la calma, el silencio interrumpido por una palabra tecleada sin aliento. Todas las luces viniendo a mis ojos en cascada también traen consigo una maldición degenerada, apócrifa e insensata, cual arreboles en los pómulos de la puta más desvergonzada. Luces que extinguen las sombras, las mías, las que algunas veces me herían con su visita, las que algunas veces me sin piedad mataban y después del roce de sus labios, me resucitaban.
Voy por la segunda copa y por el enésimo cigarro; es apenas de la semana, día martes. No tengo demasiada consideración por los cálculos aritméticos ni por beberme la Muerte de a poco; el tabaco es mi compañero inseparable, mi bastón que de la mano a la boca ha saltado y la noche, mi oasis en pleno desamparo.
Siento el frío de la época, los vientos gélidos y los hábitos etílicos carcomiendo los huesos, siento la carroña naciendo en mi pecho y un par de buitres hermosos sobrevolando mi cabeza con la sonrisa del dardo en el centro, audaz y certero. ¡Venid a mí, entonces a picotearme las manos, los ojos; a sacarme el alma a tirones, a regresarme de nuevo al polvo!
Un mendigo estira su mano, sucia, macilenta, sin esperanza marcada. Un travesti a las dos de la mañana, me hostiga desde la más cruda lascivia que alimenta sus bolsillos, con el arma que se llama mirada. Un sueño adormecido se me apaga con la brisa que quizás debió surgir del cristal de una lágrima; un torrente de sal dando razón de ebriedad y viejas laceraciones, de sonrisas desmembradas, de un corazón vuelto en llamas y yo sin saber siquiera cuantas veces la Muerte se me ha colgado del brazo, me ha acercado al oído sus labios y su voz me ha embelesado.
Es la misma Muerte que espera sin prisa el mendigo con la misma mano estirada, el travesti que se para en la misma esquina y que lo ha de sujetar al mundo de la nada, al frío que se adentra en sus entrañas.
Soy carne enraizada al hueso, aunque quizás sea más hueso, más calavera, más cadáver sin caja de muerto. ¿Y qué más da si los buitres aun me rondan y me reiteran que no estoy del todo podrido? Y soy mar contenido, ola cobarde que no toca la arena, viento del norte cabizbajo y envilecido, ancla sin acuoso fondo que la sostenga. Soy, esta tercera copa en el lapso de una hora que me vacía y de pronto me incomoda.
Alguna vez fui noble, de corazón y de las propias ganas. Alguna vez miré al cielo abarrotado de estrellas sin pretensión de cambiarlas por un cuerpo tendido entre mis sábanas, sin pretender nunca, ¡Lo juro! llegar más allá del vientre en el que ahora mi mente estalla; alguna vez, también,
amé solo con la mirada, con la mía, con la de siempre que ahora se pierde entre pastizales quemados por los dogmas de una vida tan joven y a la vez tan avejentada. Y ahora soy carne abultada, latiendo, descerebrada, inconsciente al sentirse malherida por los tiempos y tristemente cansada.
Lo mío, dentro de todo, sabe a ebriedad. Un verso que esbozado intenta alcanzar una mano donde brille y sea del todo claridad. Una idea a medio salir que contemple tus cabellos haciendo remolinos que mis dedos deformes puedan con calma deshacer. El aliento ya inveterado de mi boca tan gustoso de la caña y sus efectos, la necedad de querer regresar a la felicidad, a la normalidad en que mis días eran uniformes, aunque de la misma manera solitarios y abyectos.
Cuatro, según mis dedos que cuentan y el vaso en pie que no se ha fragmentado. ¿Cuál frío?, Entonces pienso, ya al candor incivil de la perspectiva del borracho que en los parques sin remedio, habrá de dormir. A mí, me espera mi cama, que aunque fría, también, me ha de resultar más cómoda que una oxidada banca metálica sin más cobijo que la desesperanza. ¡Diablos! Ya es miércoles y yo, que jamás pretendí comenzarlo ensimismado y ciertamente embriagado. ¡Y qué mas da, si es lo mío, beber encasillado a la imagen más concisa del perdedor que además de todo, consigo mismo es tirano y los buitres ya me han comido y mis deshechos vomitado!
Hoy, incluso la Luna (la mía, la de siempre, la de todas las noches) me ha abandonado, que aunque por más que lo afirme se bien que no es mía, me agrada la idea de atarla con el tenue cordón de mis letras a un plano mucho más humano, mucho más felino, aun un plano mucho más cercano.
Y ya la quinta copa, regresando el frío, los humores y las dolencias de antaño; regresando esta necesidad de anidarme entre los brazos que inclementes, me hagan de nueva cuenta inmune a mis propios daños, a la mirada sombría del mendigo en su pobreza enraizado, a los monetariamente remunerados elogios del travesti al que nunca hago caso y a mis ganas de recorrer los trazos que nunca completé y que quizás nunca, en tu cadera habré completado.

8 comentarios:

Elena dijo...

Me gustaría saber qué pócima conseguistes para lograr estas plabras

Anónimo dijo...

Tanta tristeza puede caber en el alma de alguien?
Sería tan sencillo darle vida a los días y quitar las sombras de tus noches...
Siempre que te leo me llevo un nudo en la garganta, pero ahí queda xq no tomo ni fumo, asi que no se donde ahogar las penas.Pero no puedo dejar de pensar, que a lo que a ti te falta es ilusiones.Ilusión para reir, hacer, decir, sentir, VIVIR! Ilusiones que se hagan realidad y dejar de ver el pasado como la única opción de supervivencia.
Hoy un fuertísimo abrazo y el reflejo de una mirada que se une a la tuya ;)
Besitos gatito.

Mondragón de Malatesta dijo...

Estimago GatoPardo, yo habría elegido el arma que es el falo, del travesti que tanto le miraba.

Además, déjeme escribirle, que ando por la botella seis, que es el número del diablo, y más diablo que yo, en este preciso instante, ni dios.

Ío dijo...

Dan ganas de beber, de beber hasta que la carne se convierta en alcohol y así la boca pueda beberla, y nada quede de ella, ni del cuerpo, ni de ti, ni de mí.
Hoy te invito yo a los tragos; bebamos, GatoPardo, bebámonos

Ío

Pat.mm dijo...

Gatopardo...!!Alguna vez fuiste noble!! Recupérate!!

Cyborgoo dijo...

Alguna vez naciste así sin ningún ron ni tabaco, sólo con ojos para observar y memoria para recordar

Arya dijo...

"La Luna es una mancha amarilla...
cariño.. le digo desde el corazón"
(de una pelicula de Coppola)

Oh Gato Pardo.. no hay tristeza a menos que uno de verdad se la crea. Sigamos bebiendo.. pero porque hay mas dias para hacerlo...

Salud... sonrie y un tierno abrazo, de aqui ahi!

perfecto herrera ramos dijo...

Este texto es de una gran riqueza expresiva. Ese don que usted tiene de la palabra, habrá de abrir una fisura en la realidad para adentrarnos cada vez más en un mundo mágico y hacernos participes de su gran capacidad para los matices.
Me gusta leerle. Sale uno deslumbrado.

Un abrazo, querido amigo.