diciembre 05, 2010

Sobre la Cámara de Gas

Un poco de napalm no vendría mal
aunado al clima helado y adverso,
ya dentro de los pulmones inmerso,
dando su obscena señal de funeral.

Reviso el cajón de asuntos pasados
sin luz, plena la noche de mil sombras
deshaciendo el amor sobre la alfombra,
las garras y colmillos afilados


han de romperme sin piedad la espalda,
la vida, los sueños y ¡No me importa!
perder esa alegría siempre absorta
que yo, sin quererlo, el alma me escalda.

Fueron febriles los cantos de antaño,
el llanto al amanecer y en lo alto,
las copas en brindis sobre el asfalto
sin conocer siquiera, el desengaño

de las noches sin la Luna irradiando
esa ambrosía, de nocturna hechura,
que tus ojos mascarados perdura
en el negro del hades habitando.

¡Y que importa si he pasado de largo
ante la Muerte y su hoz nacarada,
si es mi suerte la que luce embriagada
y la vida, la mía en vil letargo!

Sé muy bien que mañana, moriré, cruel
y sin remedio, seré de gusanos
malcomido al inicio por las manos,
antes de saber que fueron oropel

embravecido en la cámara de gas,
que vuelve al hombre cuerdo, empedernido
por malsanos vicios; verso abatido
sin tonada afable ni sobrio compás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tan triste como real y...precioso como solo TU sabes expresar.
Besitos gatito.

Elena dijo...

Estaremos muertos. Todos.
Pero antes estamos vivos.
Algunos.

Ío dijo...

Tengo que decirte que más allá de lo que leo, entiendo, y de que tu poema sabe a ti, y sabe de ti, que es magnífico, y magnífica la profundidad que llegas a abarcar con tus versos.
No tengo sombrero puesto, me lo quité al comenzar a leerte.
Beso, Gabriel

Ío

Romek Dubczek dijo...

La muerte no existe