diciembre 01, 2010

Blasfemia #4

Algunas veces me siento el único imbécil
con la copa en la mano a estas malditas horas
tan propicias para bestias abrazadoras;
trasnochado, solitario, siempre tan estéril.

Ya después te veo ahí, marchitándote ya sin luz
que reclame tu nombre, desnudo, indecente,
tu pregonar olvidado y decadente
es sin remedio el brillo de tu atávica cruz.

5 comentarios:

Elena dijo...

Mucha oscuridad devastadora...

Anónimo dijo...

Ahhh, esas las noches que pasás a vermi blog?
Ouch...me dejaste pensando, eso sí es un problema...
Besos

Cyborgoo dijo...

Entonces uno se pone a pensar ¿Quién es el marchito? Tú o yo?

Ío dijo...

Bueno, esta vez te acompaño yo, recuerda nuestro trago a medias.
La segunda estrofa.....te siento fantasma en noche de niebla, apareciendo con la luz de la luna.
Muy tuyo este poema, bueno, como todos, oscuro, casi hostil.
Y me gustó, eso mucho
Un abrazo, grande

Ío

Romek Dubczek dijo...

dónde estás, gatito?