Algunas veces me siento el único imbécil
con la copa en la mano a estas malditas horas
tan propicias para bestias abrazadoras;
trasnochado, solitario, siempre tan estéril.
Ya después te veo ahí, marchitándote ya sin luz
que reclame tu nombre, desnudo, indecente,
tu pregonar olvidado y decadente
es sin remedio el brillo de tu atávica cruz.
5 comentarios:
Mucha oscuridad devastadora...
Ahhh, esas las noches que pasás a vermi blog?
Ouch...me dejaste pensando, eso sí es un problema...
Besos
Entonces uno se pone a pensar ¿Quién es el marchito? Tú o yo?
Bueno, esta vez te acompaño yo, recuerda nuestro trago a medias.
La segunda estrofa.....te siento fantasma en noche de niebla, apareciendo con la luz de la luna.
Muy tuyo este poema, bueno, como todos, oscuro, casi hostil.
Y me gustó, eso mucho
Un abrazo, grande
Ío
dónde estás, gatito?
Publicar un comentario