Cae un torrente en carmesí
y no es más
que la sangre manando
de las tripas
de un cuerpo
inmóvil ya y deshollado.
Cae un torrente blanquecino
y es la sal de la mar
acumulada bajo los párpados
otrora prendidos del cielo azul
y ahora mismo cenizo
cuando en la nada me embriago.
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