No miento si te digo que he soñado
contigo y conmigo / desnudos
frente al espejo que nos halla ciertos
en las pupilas dilatadas de lo bello.
Otrora mi camisa cargó con el olor
azufroso de la polvora / ahora y dueño de mí
me detengo a mirar jardines de rosas
para impregnarme de colores y olvidar el gris
del azar que me viste y que de noche me toca.
Yo ya no puedo ahondar en la fatalidad
explosiva del trueno / por ser efímera su luz
y su talante malsano y siempre perverso
ya no puedo desentrañar de la tierra
el antiguo cadaver / del hombre en la cruz
que hará del ser un destello venidero.
Hoy mi camisa espera febril por tus manos
y el latir de tu pecho / un tanto arrugada
desvela sus propios y nacarados sueños
de verte a mi lado descansando en mi cama.
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