Canta la lluvia un chipi chipi
en los cristales de mi ventana,
mi vecina charla con su marido
acerca del por qué no caga
y esta luz es de tono blanquecino.
Brindo por el nacar de los huesos
metidos en artificiales bombillas,
por cagar a diario, por la ventana,
por lluvia y también por mi sombra amarilla.
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