Hay días en los que la luna me brilla radiante
aún refundido en mi habitación rojiza
mientras tiemblo duramente de frío - o de miedo-
y elucubro la fiereza de mi poesía - no tan fiera-
embalsamada a tus labios rosas y a tu pecho.
No es mi deber saber a ciencia cierta de la vida
ni calibrar el sendero de esta muerte inevitable
que diariamente nos viene a cobrar factura
sin embargo hoy vengo un tanto desecho
a decir que el arco iris que he venido buscando
termina en la olla de oro de tus morenas dunas.
Y entonces, hay noches tan mías y perennes
en las que dios me dicta escribirte un te amo.
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