agosto 03, 2014

No está de más

Mi guitarra acumula un siglo
de ausencia y una mota de polvo,
una sonrisa petrificada, una lágrima
y el saberse inmersa en el lodo.

Cada vez menos me da por beber
y eso, nocturnamente le preocupa
pues me sabe a todas luces sin mujer
en las aristas que al diablo ocultan.

He subido un par de kilos por el pan
aunque los peces se me escapen
y he destilado la sal de mi propio mar.

No todo es tan benevolente
como la luz que despierta al clochard
de la muerte, para situarlo en la mesa
de aquel que despierta con ventaja
y logra el desayuno de su suerte.

Quizás no esté diciendo ya nada
y sea mi espectro, copa en mano,
quien escribe esperando la alborada.

Pero no está demás, espero,
estirar el pecho y los latidos
para escribir que te quiero...

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