agosto 13, 2014

Pasan ilesos mis años

Probablemente la casualidad,
vista desde un punto objetivo,
no sea más que tratar de relucir
una esperanza de tono subjetivo
o de hallar en la suerte una verdad.

Claro que la verdad, por supuesto,
camina sin piernas por los andares
en los que tropiezan vivos y muertos,
tratando de explicar siempre sus males.

Puesto que yo nada puedo cambiar,
he abdicado de la razón y del tacto
inclemente que se recibe al pensar
y tratar de salir de las ideas intacto.

Sin embargo, puestos manos y pecho
por delante, interpongo la luna al sol
a sabiendas de tambalear deshecho
y conducido por el latir del corazón.

Entonces, no puedo negar ni afirmar nada
si en mis estantes brota la sangre
y la causalidad toma siempre del brazo
a la casualidad rumbo a la hondonada.

Y todo pareciera por demás extraño
si es que entre líneas no lees el alegato
por el que pasan ilesos mis años.

No lo sé de cierto,
pero sigo creyendo en la fortuna
de hallarte un día cualquiera
después de una plaga de lunas
antes de que esta vaga teoría
luzca como conserva en salmuera.

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