agosto 21, 2014

Simple

Estoy intentando
hacer esto,
cada vez más simple;
dejar de marcar
por dos o tres
hojas consecutivas
el trazo de mi pluma
por sobre el papel.

¡Vaya, dejarme exiliado
por un rato
de aquella mala retórica
que me enseñaron,
dejar de pretender
hacer sublime
lo que no es más
que burdas idioteces!

Mi letra
es la de un borracho
que prefiere lectores
igualmente borrachos,
de ira, de soledad,
de desamor, de celos,
de ron, de anfetaminas,
de lo que sea
pero borrachos.

Y eso no me hace
mejor persona ni peor,
he aprendido ya
a blindarme los cojones
aunque no el corazón,
es por eso el cubo de basura
que cada noche acerco
al polo norte de mi habitación.

Hago entonces una pausa
para leer estas líneas
taciturnas que he escrito,
y me descubro entonces
por la rima perseguido;
me sigue y me despista
y después aparece
con su cara de sorpresa,
con ademán de colegiala ingenua
leyéndose a si misma
mientras me lanza un par de besos
y los recibe la hosquedad de mi verso.

Soy un asco.

Ojalá pudiera ser más explícito
y mucho menos mortal,
pero es lo que soy
y lo que a todas luces tengo
se aferra logra aferrarse a mí
como el llanto a la sal.

No se bien a donde
me llevará todo esto,
si cada vez que busco
la simpleza termino
enredandome con las copas
y perdiendo la entereza.

Yo sólo quiero llegar a casa
un día cualquiera,
feliz o fieramente enlutado
y encontrar desenfrenadamente
al mundo entero soñando su muerte
y saber a mis lectores,
al igual que yo,
extasiados por la noche y borrachos.

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