enero 30, 2012

A las cuatro

A las cuatro, siendo ya de mañana,
los perros duermen tan plácidamente
que no escuchan el silbido vehemente
enfrascado en estas manos arcanas.

Mis manos, con su verso siempre insano
después de hurgarlo en los grises bolsillos,
han de cargar con los tristes ovillos
del desencanto fieramente humano
y sin embargo, algo persiste en ellas
como la vil necedad de los necios,
como la costumbre del menosprecio
cuando nos miran todas las estrellas.

A las cuatro, a la espera de la aurora,
con los perros que me ladran dormidos,
busco algo más que su feroz ladrido
que me trunque estas ganas trepadoras
de estallar en mil pedazos sombríos,
entre los reflejos de carne y hueso
de esos crueles demonios vueltos presos
que beben de las rosas su rocío.

A las cuatro y envuelto por la nada
no soy sino aquel que busca una copa.
una caricia y quitarse la ropa
con el alma a las letras consumada.

4 comentarios:

perfecto herrera ramos dijo...

Saludos de mañana a este canto solísimo de la noche.

Un abrazo, compañero.

Anónimo dijo...

A las cuatro mis ojos parecían el dos de oro.
Si sabía venía a leer tu soledad compartida.
Besitos Gabriel.

p/D Te confieso algo?
Cada dia escribes MEJOR.
Cuidate!

Coeli L. dijo...

Leo y releo tus versos no importa la hora de este insomnio cuando me erizan la piel así tus letras.

Gracias por eso GatoPardo... gracias a la luna y a tu tejado.

Un abrazo azul

Lunna dijo...

A las cuatro descubro tus versos y me envuelvo con ellos dejando que tus letras me arropen esta noche.

Enhorabuena por tus blog, ha sido un placer descubrirlo y pasear entre sus renglones.

Besos.

Lunna.