No es la noche sino el frío
con sus millares de lenguas
y paladares a media luz viciados
degustando mi osamenta
sin clemencia por todos lados.
He buscado sin la esperanza
que trae la brújula, el norte
más cercano a la mirada
cuando luce desprovista
de matices blanquiazules;
serena y sin embargo tan cansina
después del tercer trago
y el enésimo demonio
aleteando sobre las cenizas
del hubiera empotrado en la razón
que conduce al desencanto.
Y sin embargo nada cambiaría
esta noche en que el humo en lo alto
me eleva a la nube más cercana
a la futilidad del fiero chubasco
que refresca en la piel los ardores
de lo que ha de embriagarme
de letras y sublimes pasiones.
No es sino el gusto de saberse perdido
mientras el mundo lentamente gira
sin saber de la noche que carcome
esperando a que enciendan la pira.
2 comentarios:
El gusto de saberse perdido, de sentirse liviano y aliviado. (Qué cabrón escribes!)
Qué cosas..yo también venía a escribirte sobre "el gusto de saberse perdido"..versos como imanes.. Muy buena, oscura y atrapante poesía.
Un abrazo
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