enero 17, 2012

Venta de garage

De mi mano izquierda el dedo meñique,
un zapato sin par, una cobija
con frío; para espiar, una rendija,
un llavero sin llaves, un tabique.

Media docena de huecos cavados,
un girasol de noche confundido,
trece libros, un círculo cuadrado,
un tren de pilas, un cielo estrellado.

Una acuarela que nunca he pintado,
dos fotografías donde no salgo,
un ticket de apuesta para los galgos,
un cuarto de corazón rebanado.

Una copa donde el mal se evapora,
un brindis a solas, dos crueles dudas,
una pluma que me espera desnuda,
tres luces que se apagan en la aurora.

Un maullido que escucha a mi cabeza,
un deseo cual caballo sin frenos,
mis soliloquios más grises y amenos,
los gramos que me quedan de nobleza.

Dos o tres unicornios descornados,
una flor, una blasfemia en los labios,
mis puños, mis gavetas con sus sabios,
mi luz, mi Luna y mi vicio encrespado.

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