Es la hora en que la gente
acostumbra de lleno dormir,
tirarse un clavado al mundo
de los muertos que despiertan
temprano dispuestos a vivir.
Yo bebo un trago de ganas
de gloria y pompas fúnebres,
fumo un cigarro a medias luces
mientras el humo distante se eleva
sorteando el cáncer y las cruces.
Pero soy yo y no el mundo
quien para el reloj y se detiene,
para mirar el rocío de las flores
antes de llegar la mañana
con su eterna realidad inclemente.
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