mayo 08, 2012

Ciertas noches

Ciertas noches me reclama la boca
el no ser ese tren que transite
a media marcha los tibios rieles
que conducen a tu espalda erizada.

Otras tantas, con el alma encalada
me apetece más la desesperanza 
que recae sobre el santo sin fieles,
en las horas en las que el gallo canta.

Y no serán las gotas en la ventana,
las aves muertas sobre el pavimento,
las ganas a medio copular con la desgana,
aquel rincón donde se ahoga el sentimiento,
el esperado trago, el cáncer y el tabaco
que se posa en la sed que acontece
ciertas noches de penumbra en mis labios
solamente, las que mi pecho adolece.

Ciertas noches me reclama la boca
el resquicio incivil de tu cuerpo
para atarme al cuello la roca,
que me sumerja en tus muslos abyectos.

1 comentario:

Ío dijo...

Esta mañana había un miruello roto en el asfalto, y es triste que una vida, aunque sea pequeña, acabe así.

Es bello siempre leerte; gracias, Gabriel.
No dejará de reclamar la noche tu boca, lo sé.
Mi abrazo, contigo, también

Ío