enero 01, 2014

En mis maletas llevo tu risa

Como cada noche en que mis diablos
exaltados reproducen soledades y querencias
inmersas en un sol que se pinta de carmín
el alma, para dejarme junto a la boca sus labios
pintados en el mismo tono, con sus carencias
y la nitidez de sus obtusas sombras.
Como cada brasa que ultima de la bruja la voz
metida en la escapatoria de un abracadabra
resultada en tu cadera y en su afilada hoz
de manantiales que este pecho vulgar taladra.
Quizás,  nada sabes de la ausencia
tocando una puerta carente de luz y cerrojos,
metida en lo incivil de una vaga luminiscencia
que arroja a mi favor la estela de tus ojos.
Siendo un poetastro enamorado de la curva
que acontece entre mis diezmados bolsillos
y esta voz menor enardecida vuelta turba,
soy, y no soy aquel esperanzador de un después
mientras me esfumo con mi propio cigarrillo.
Vengo de vuelta de aquel país elucubrado
entre mis ganas y donde nunca he estado,
me marcho también, de donde las sombras
nacen a los pies de un manzano y el verde
brota entre mis pasos mientras una sonrisa
los labios y los fulgores de ayer me rondan;
y después, ya despierto y con el alma
castañeando los dientes, voy de ti
y en ti busco una canción y calmo arrullo,
y en mis maletas llevo tu risa, tus azules
simientes por los que estos huesos míos
se desvanecen y es el eco quien me reclama.

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