enero 06, 2014

De la tinta, de ti y de la mar

A estas horas
cada dos minutos
pasa un automóvil
dejando tras de sí
un eco que en seis segundos
poco a poco se va mermando.
Siendo un poco antes de las dos
la mañana trae la boca llena de niebla
y de crímenes aún no cometidos,
un tercio de fiera razón
y un palpitar que tu pecho busca.
Tu nombre en mi boca
ha de saberme a orfandad
y es mi verso quien por ti tiembla.
He de deberte el pago de la luz
en esta posada mía del desamparo
tan expensa de la estrella
que brilla en tus ojos y la estela
que ha venido clausurando mi cruz.
Tanto te pienso
cuando me siento un imbécil maltrecho
gastando en soledad su último destello
y elucubrando candidez de tu pecho.
Por estos lares el mundo entero huele mal
después de darse por completo
un baño de tinta enardecida por la mar,
cuando a pesar de ello
no tengo mas en el bolsillo
que un desbocado te quiero.

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