junio 23, 2013

Entre piernas y versos de alborada

Una tormenta de humo y alquitrán,
un velero sin vela, una hoguera,
un cuerpo vuelto vino y nunca pan,
una rapsodia en la sala de espera,
un corsé, las bragas de lo prohibido,
una blasfemia cuando nada mido.

La torpeza de la voz, mi sudario,
el estallar blanquecino del vientre,
los números rojos jugando a diario,
el nunca copulando en este siempre
las trompetas oxidadas sonando,
la misma espera esperando su cuando.

Un arrebol pintado en tonos grises,
una gota de sangre, un beso fiero,
un vendaval matando a las perdices,
un machete, un sentido desespero.

Un ciprés en la barra de los bares,
una Puta con buenas intenciones,
un candelabro, dos mansos juglares,
el pecho del diablo hecho jirones.

El estertor de las buenas maneras,
la ciudad, la noche, las avenidas,
el manto insalubre de mis quimeras,
las caderas, las costillas perdidas,
el canto de la tierra en los zapatos,
las garras del más encantado gato.

La Luna que entre aún brilla,
el sol que sin más levanta a las masas,
la resaca, el kilómetro y las millas,
el expreso besándome entre tazas,
la juventud como espasmo y cruel mito,
el ron, el tabaco y todos sus ritos,

Una marca en la mitad de la boca,
un deseo, un trébol acalorado,
una libra en el cuello por la roca,
un sueño, desde el origen truncado.

La redención de esta vil fantasía
tan carente de amor y su ambrosía,
la vaguedad de las olas marcadas
entre  piernas y  versos de alborada.

No hay comentarios: