diciembre 17, 2011

De mi verdad

No creas que es tan sencillo
ser un alcohólico de tiempo nocturno,
ni que no sea un suplicio la resaca
cuando se reanima la mañana
entre las luces y sus claroscuro.

No creas que me no dueles en los huesos,
en los labios cuando tu nombre dicen
ahogados en la periferia del desamparo,
en el frío que requiere de los besos
que tanto quiero y aún así me maldicen
encadenado a este mísero descaro.

Las palabras no hacen más que ser dagas
puntiagudas, irremediables, insolutas;
y el verbo una funesta y vil catapulta
apuntando siempre a realidades vagas
donde el hombre no es el remedio.
para apagar el hambre que lo sepulta.

No creas que mis pulmones no resienten
la diaria dosis de nicotina allegada a la Luna
entre este destino, que camina sobre esas dunas
de lo que fui, cuando fui temible disidente
voraz e indispuesto, alerta y pendiente
del latir cuando borracho todo siente.

Y mientras tanto duermes, sin delirios
de zoofilia ni de amores con lengua de gato
bajo tu vientre de encendidos cirios,
sin contemplaciones ni burdos alegatos.

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