enero 06, 2011

¿Qué te digo?

Es esta mi terrible necesidad,
la de buscar la lluvia que en mi ha secado
mediante estos versos agazapados
en un rincón, respirando la humedad.

Imbécil un tanto y de noche soy,
y no por necedad, es la vocación
innata, la carencia de convicción
es un infierno a donde gustoso voy,

con mis manos y mi alma apedreada,
que ya es bastante zumbando en la nada,
que resulta más cruel de madrugada
con la daga en el cuello atravesada.

¿Qué te digo Mujer, yo de la vida
si la mía, la he anclado al desencanto
de notar en el espejo ese espanto
de traer el alma seca y tullida?

¿Qué te digo acerca del atardecer
y de sus llamas, de su roja pasión
que embauca con su dorada salvación
y que al corazón le impide envejecer?

Yo, que viejo y maldito he nacido
no puedo más que brindarle a los vientos
un puñado de demonios, por cientos
que bailan borrachos, enardecidos

mientras el humo del tabaco fluye
haciendo del cáncer suaves figuras
que matizan y al cabo suturan
el licor que en las venas se diluye.

¿Qué te digo, yo que no encuentro soles
en este invierno y si ulceraciones
a partir de propias laceraciones,
que no cesan ni aún con arreboles?

3 comentarios:

Elena dijo...

Qué decir que no duela porque mate algo.
Quién pueda que lo escuche, quien no que se tape los oídos.

Besos

Charcos dijo...

no ancles la vida deja que fluya aunque sea engullida en tinieblas y el mar sea tu sangre....

;)

Anónimo dijo...

No digas nada...acabas de decir(me) todo.
Super beso