enero 17, 2011

Dentro del pozo

Dentro del pozo, en el fondo, una rosa
-que ya no es rosa sino negra- mira
su vestido pudrirse, cual mentira
desmentida, infértil y azarosa.


Y ahí, hay un niño que se ahoga lento
con los miembros entumecidos, llora
y las piedras no le abrazan, añora
una caricia, un beso macilento.

Sus lágrimas pican el agua, saltan
y se entrelazan y mueren ahí mismo,
sin saber siquiera de pragmatismos
ni de los estertores que le faltan.


Dentro del pozo, en el fondo, una luz
que no halla donde reflejarse, opaca
y dispersa, pura y demoniaca,
buscando una sombra temblando en la cruz.

Y ahí, hay también desnuda una Mujer,
aferrada a su vientre, ensimismada
y de todo carente, resignada
a soportar sin condición el deber.


Y musita para sí una canción
que resuena entre el candor de su pecho
-a implacables cincelazos- deshecho,
y su voz, resulta una dulce oración.

Dentro del pozo, en el fondo, dos cuerpos
muertos por el tiempo, fríos, podridos
por la humedad y los propios latidos,
cerca uno del otro, siendo anticuerpos.


Y a tientas se buscan y se tocan,
hacen el amor y después se alejan,
se olvidan y aún así se recuerdan,
y con esa rosa negra, se estocan.

2 comentarios:

Charcos dijo...

igual hay que intentar iluminar ese pozo aunque sea a estocadas

Un abrazo

Elena dijo...

los pozos son húmedos y fríos...
no me gustan.
lo trasmitiste estupendamente.

Besos