febrero 11, 2014

Mis manos

Con la uña del pulgar
de la mano derecha mordida,
con una mancha de comida
en el rojo inclemente de la corbata,
con la esperanza en el azar
que antes del alba las luces pactan.

De lejos he venido a caminar
sobre terrones de azúcar quinados
puestos sobre la lengua
de un latido de soledades ataviado.

Comparto a oscuras mi trago,
mi timidez con las barbas de dios
y con la cola sonriente del diablo
con la cabeza diestramente partida en dos.

Con el alma embriagada de nicotina
son mis dedos un oleaje amarillento,
con la casta de poeta gris y sediento
es la palabra para mi verso un anzuelo,
una nube de humo, una lacerada cortina
que me impide verme besando el suelo.

De lejos he venido a palpitar
en los escombros tras el temblor
originado en las sombras contiguas
donde se oculta la belleza del temor.

Convido a medias luces mi tinta,
mis flores podridas en un vaso
y el neceser que acumula el mar
en un poema que habla de mis manos.

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