febrero 18, 2014

Amén

Todo esto puede resumirse
en el silencio que calla la palabra,
en la inequidad que no se halla nunca
entre los ovillos del pecho y de la razón.
Ayer tuve posiones y un manso abracabra
para los grises que pudieron ser asumibles
mientras que ahora tengo un cañón en la nuca.
Algunas veces de noche suelo
hacer mutis y quedarme quieto
para escuchar como llora la mar
mientras le quema el alma la sal.
Y entonces el gato de las sombras salta
y con su pata derecha ya sin garras
escribe en ronroneos su propia elegía
de tejados y pedradas a medio día.
He de ser sincero cuando me digo muerto
entre el vaivén de la letra y mis manos
que no han podido ser más que la apología
que a diario bebo para reiterarme cierto,
para seguir de pie a pesar del latido malsano
en el que otrora custodié mis propias ambrosías.
Pero la lluvia de tantos años fue impedida
y jamás besó con sus labios la cálida tierra
ni miró tras de sí la aurora llegando embriagada
con su arma cargada de esperanza en plena guerra.
Voy vengo después de matar con mi pecho
la curva que recorre el vuelo de las aves
para sentarme al fin al filo de la encalada escalera
a sabiendas del nácar de luna y tiempos deshechos.
Pero todo esto puede resumirse en el burdo cinismo
qe dicta que el poeta es el único asesino de si mismo.

Amén.

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