enero 21, 2013

De noche (Parte II)

"...Pero resulta, que a menudo escucho el palpitar de un pecho que me sorprende siendo el mío, un estruendo similar al batir de la tierra de los sauces cediendo ante un fiero vendaval, al cristal vuelto añicos encarnado bajo los párpados en medio de una redundancia de ceniza y sal. Y en la hoguera de tambores en ls que irremiadiablemente danzamos, he de escuchar al mismo lodazal gritándole un "ya basta", a las uñas y a los dientes en la espalda enraizados. Pero somos carne y tripas sin ton ni son anudadas entre las manos y la garganta, un punto de cruz de una Muerte que resucita perforando la lengua y los labios, un oleaje fieramente tierno por el que navegan todos los santos besándole los pies al diablo.

Pero resulta también, que una pusilámime brasa atiza el candor y no hace más que darle un soplo de vida a los dedos, a estos dedos míos que después de tanto arrastrar el tul de los sudarios, se han visto convertidos en aquellos necesarios muñones que pesadamente logran superspuestos en un palo, que se deslice el capitán sobre el neceser de las tarimas del más vil de los recuerdos diarios.

Resulta, la mayoría de las veces, que los de arriba ven en mí una sonrisa, cuando no de he de ser más que desolación con la blanca bandera hecha trizas..."

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