Llego a casa y un triste rumor me invade
cargado de olas cristalinas y errantes,
el mismo y viejo sabor a sales de mar
me mantiene inquieto y distante:
la Luna en sus recovecos se esconde,
el viento un susurro se ha vuelto
sin tangentes ni claroscuros
donde el raciocinio se haya envuelto.
Entre mis propias sombras me elevo
y he de llorar cuando al cabo río,
y he de hacerte mal cuando no encuentro
mi propia imagen devuelta cuando sonrío
al espejo nocturno, al espectro de noche
que pretende hacer del bien un derroche.
Puesto que voy y vengo,
oscuro y siempre sediento
del obtuso signo de más,
mi horóscopo del arrabal
encarnado en hombre-esperpento,
vuelve silente cuando devengo
disuelto entre copas y mar.
2 comentarios:
El espejo guarda instantes de sonrisas con sabor a soledad mientras el silencio se instala.
Versos nocturnos que mueven.
Un abrazo azul
Es necesario la vuelta?
Sinceramente, lejos, te sentiría muchísimo mejor.
A veces hay que pensar si donde "paramos", en verdad se llama casa.
Besitos Gabriel.
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