octubre 02, 2011

Llego a casa

Llego a casa y un triste rumor me invade
cargado de olas cristalinas y errantes,
el mismo y viejo sabor a sales de mar
me mantiene inquieto y distante:
la Luna en sus recovecos se esconde,
el viento un susurro se ha vuelto
sin tangentes ni claroscuros
donde el raciocinio se haya envuelto.

Entre mis propias sombras me elevo
y he de llorar cuando al cabo río,
y he de hacerte mal cuando no encuentro
mi propia imagen devuelta cuando sonrío
al espejo nocturno, al espectro de noche
que pretende hacer del bien un derroche.

Puesto que voy y vengo,
oscuro y siempre sediento
del obtuso signo de más,
mi horóscopo del arrabal
encarnado en hombre-esperpento,
vuelve silente cuando devengo
disuelto entre copas y mar.


2 comentarios:

Coeli L. dijo...

El espejo guarda instantes de sonrisas con sabor a soledad mientras el silencio se instala.

Versos nocturnos que mueven.

Un abrazo azul

Anónimo dijo...

Es necesario la vuelta?
Sinceramente, lejos, te sentiría muchísimo mejor.
A veces hay que pensar si donde "paramos", en verdad se llama casa.
Besitos Gabriel.