abril 13, 2011

Sabes bien que la noche

Sabes bien que la noche, sin más me desmenuza
con diestra mano de uñas malvadas y podridas,
cuando el cielo me devuelve la mirada henchida
de sombras, de animales que en la senda se cruzan.

Me vuelvo de pronto para evitar el reflejo
tenaz, del ave que se acurruca en mi ventana
y extiende sus alas, hermosamente llanas
blandiendo ese cristal, que solo muestra el hollejo.

Tengo un vaso en la mano y en la otra el tabaco
con su cáncer y su aroma, una mancha de tinta
en el puño de la camisa, mi luz extinta
y mis alegrías al fondo mismo del saco.

Sabes bien que he de morir a ratos sin quererlo,
que se me escurre el alma por los valles siniestros
en los que nunca he sido ni seré tal vez diestro,
cuando se trate del pecho y sólo exponerlo.

Por que claramente soy un imbécil, viciado
y algunas noches extasiado en la tristeza
que se aloja firme, en las sombras de mi cabeza,
en ese hueco que sirve para andar lacerado.

Por que me duele ver en vuelo, partir al gorrión
inmerso en el azul de cielo, libre y pardo
sin temor alguno al la punta feroz del dardo,
que busca hacer blanco en el centro gris del corazón.

Sabes bien que mi luto se reviste de blanco,
cuando mi mano deja la pluma para anidar
en el rojo de tus labios, en el profundo mar
donde la efímera gloria pueda hallar tabanco.

2 comentarios:

Ío dijo...

Esta noche es mía, parece menos cruel, como si la luna sonriera y el viento tuviera alas de mar.

Gracias, mi GatoPardo, leerte hoy era una tarea irrenunciable, y en alta voz no he podido más que dejarme llorar, porque de tus versos soy raíz, y crezco, para ti....


Sabes bien que de noche me envuelvo con la luna,
que con las manos escribo, y con los dedos canto
en el canto de su borde y de sus sombras nítidas,
al morir el día y llegar a mí la penumbra.

Sabes que me acuna la tristeza, que el insomnio
se refleja en mis ojos con voz de terciopelo,
y yo me desnudo en sus pupilas, caminando
a ciegas en la memoria que no se marchita.

Me detengo a ver el aledaño de los tiempos
resumido en los pétalos de una flor; silencio,
y un grito en el que se extingue mi nombre, contigo,
atravesados los dos por esta muerte eterna
que nos mira desde el horizonte del amor.

Porque me duele este existir a golpe de mar,
regresar entre las olas con el corazón
húmedo, manchado con la sal que de tu pecho
anclado a mi piel sabe amargo cada latido
que en mi sien pulsa, como reloj desarreglado
sin poder el alma componer más melodía
que aquella que acompaña al sabor de un beso tímido,
extraviado entre los humos que nos enlutaron
los sueños y nos volvieron del color ceniza
que ahora nos sirve de papel, para escribir
estos versos que abrigan mi boca temblorosa
esperando que tus labios me hallen en su voz,
y así, de rojo, morirnos de hambre, de querer.


Tu abrazo siempre a mi alrededor, fuerte, suave, como un temblor
Un beso, Gabriel

Ío

Ío dijo...

No estás
las noches son más oscuras
más certeras arrancando la piel
dejando solo la boca
dejándola morir
en una esquina de humo
donde la luna no tiene luz.


Un abrazo
No sé si lo necesitas, pero algo me hace creer que sí
Un abrazo que te rodee, mi querido GatoPardo, y un beso, más

Ío