julio 22, 2013

Uno

Tengo el cobijo de una noche
estrellada, un par de miradas
encima, dos copas que arden
en las entrañas, medio boleto
a ninguna parte, una guitarra
empolvada, un roído estandarte.

Mi lugar es donde nadie,
es el hueco en la bocina
donde crecen telarañas,
es el tintero muerto por desuso,
es el andar con buenos modales
recubriendo mis malas mañas.

Y tengo aún un poco de cabeza
aunque no con ella la certeza,
un corazón amarillento,
una luna en lo alto, mis dos manos,
esta palabrería en la que no miento.

Mis sueños son el perro ensimismado
pretendiendo darle alcance a su cola,
son las fauces del predador desdentado,
son las espinas más rojas de la rosa.

Tengo en la lengua una bendita duda,
un abrazo carmesí, los rincones del bar,  
las sombras, este principio sin saber su fin,
las pardas ojeras, los excesos sedientos
de mar, estas ganas que sin más te nombran,
la frialdad de la sala de espera.

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