Es la escalera, donde a fumar salgo
y enhebro la noche, el panorama
envuelto en nubes, mis manos en brama
y los centavos de cobre que valgo.
Es la pared encalada, vacía
en su eterno blanco, mi silueta en ella
reflejada, cuando busca una estrella
y mi copa yaciendo en su agonía.
Es la tinta, enamorada del papel
y del demonio, predicando verdad
y mentira, cual existente deidad
de estos días dónde reina el oropel.
Es mi pecho y mis tripas enteras,
que laten y de noche se debaten
en el desierto, el alma que combate
la pasión ardiendo en la misma hoguera.
Es la última bocanada, que eleva
el humo y los sueños en reposo
al cielo, al manto tenue y lloroso
que mi ánimo febril siempre subleva.
2 comentarios:
las escaleras sirven para subir y para bajar, para sentarse, seguir, parar, mirar o tirarse...
mola tu escalera
Siempre hay que esperar a que llegue la noche, para expresar libremente lo que va por dentro?
Me encantaría saber, como vives las horas previas donde el dolor duerme y no se manifiesta con la intensidad que cada noche los expresas.
Besos Gabriel.
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