septiembre 15, 2010

De Lejos

De lejos, alcanzo a distinguir una estrella
parpadeando su esencia, ya en los negros cielos
clandestinos glaciares sin agua, desierto
incubando frutos secos; fulgor toda ella
ya en los dorados avernos de miel de caña,
la sublime germinación endemoniada,
insensata, vil conspiración autoempleda,
y sentir el filo incivil de la guadaña.

De lejos, alcanzo a divisar el estertor
de una mano cansada de propia lascivia
en busca de un final, de un desenlace mejor,
una caricia ajena que resulte tibia
ante los gélidos vientos de la sinrazón
y la locura, un contacto desencajado
sin temores, ni a condiciones sujetado
por las doctrinas inculcadas del desamor.

De lejos, alcanzo a respirar un aroma
de tono etéreo, empapado de agua y sal
con cierta mortificación, cierto carcoma
una incitación carnal, vivo deseo animal
cautivo, impetuoso, alejado su morada,
ánima corrupta que trae a mi nariz el mal.

De lejos, al cabo después ya ni te miro,
tomo mis esquivas letras, y me retiro.

3 comentarios:

perfecto herrera ramos dijo...

Magnifico poema, de magnifica pluma. Me quito el sombrero ante este poema y ese final apoteósico. Me embarga la melancolía.
Mis felicitaciones.

Un abrazo.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Tan etéro como eterno si te atreves a mirar de cerca..
Un fuerte abrazo tal vez no desde tan lejos.