septiembre 21, 2010

Sucede que me encuentro

Sucede que me encuentro triste,
terriblemente triste, viejo
de las ganas al debatirse
entre auroras, entre reflejos
de luz de día prodigados
de vientos secos, lacerados
por el tiempo. Granos de arena,
dorada, ardiente y serena.

¡Viejo yo, con mi escasa verdad
trasnochando tras de la puerta
como queriendo de lleno entrar
con su cuerpo frío, ya Muerta!

Muerta de vejez, contenida
en sus invernales harapos,
con su cara descolorida
con sus formas óseas de trapo.

¡Triste yo, con las manos claras
y franco el corazón menguando,
entre la Luna que depara
una brasa tibia apagando

ese dulce candor del fuego,
del de otrora, entre la estrella
que no necesita de ruegos,
por saberse del todo bella.

Sucede que me encuentro triste,
terriblemente triste, viejo
con esta juventud, terrible
necesidad de un catalejo
descubriendo mejores tierras,
sin demonios acechándolas,
sin esa calma de posguerra,
sin el vicio poseyéndolas.

4 comentarios:

Ío dijo...

Deberías salir a la calle, pararte y echando a correr, huir de tus propias piernas.
Así no te pesaría esta tristeza que trata de convertirse en ti en vejez infinita eterna.
Te abrazo, GatoPardo, un beso te doy también.

Ío

((Perdona el comentario en verso, no tengo remedio.))

Anónimo dijo...

Te abrazo, evitando que la soledad se apodere de todos los sentidos.
Hoy no hay palabras Gatito, la soledad acompañada es la peor condena.
Besos

Sabina dijo...

ya somos dos, si encuentras ese lugar de tierras dulces me habisas, necesito irme de aqui...

AOG dijo...

NO hay mejores tierras que las que ya poseemos. Y no hay peor juventud que la perdida.

Ánimo gato. Tú puedes.

Un abrazo