julio 08, 2024

Y en las navajas de afeitar también

Sobre la mesa, solo hay vicio y desdicha,
recuerdos de una felicidad tímida y pasajera
y un puñado, de cigarrillos muertos,
con las colillas secas en el cenicero;
bebo ron y escudriño el pasar de mi vida
mientras los años dañan de manera tan artera,
que ya no dan flores ni frutos los huertos
y la bondad incluso duda de su propio pecho.

Sin embargo, escucho a Bach y me calma,
al menos un poco,
las navajas de afeitar ya no son un peligro
ahora que lo escucho,
aunque mi ser sigue triste y mi alma
sigue siendo la de idealista y de un loco,
porque mi existencia por sí sola tiene filo
y porque solo me queda de vida un cartucho.

Tengo que alejarme del mundo
y reencontrarme con esa poesía 
que me infundió las ganas de ser poeta,
codearme con matones y vagabundos,
charlar con chicas que se autodestruían
con tal de tener un leal proxeneta.

Tengo que reencontrarme a mi, también,
y olvidarme de los pensamientos malsanos
que me llevan a pensar en mis pies colgados
y en las navajas de afeitar también.

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