julio 04, 2024

Humedad

Traigo el llanto mojado por los tiempos,
por la lluvia de la temporada
y por los sucesos acontecidos
en esta burla que tengo por vida;
sin embargo tengo aún vivo el pecho
y está afición mía por las jacarandas,
la bondad de verme reflejado en un hijo
que ha sido y es mi genética más linda.

Traigo también el corazón a flor de piel,
el oído afinado en Mi menor
la lírica cotizando una escopeta
y el desencanto encima también.

Traigo en el verso mi verdadera voz,
la del hombre que soy y no la del poeta.

Y entonces me carcome la melancolía
la culpa, el daño que suelo causar
sin siquiera yo quererlo,
pero parece ser que yo daño cofradías
como dañan los huracanes a la mar
simplemente por su naturaleza de hacerlo.

Quizás no sea más que un demonio
disfrazado con las alas de un ángel,
y yo me he creído burdamente un ser bueno,
quizás sea peor que el amonio,
o peor que el celador de una cárcel
donde todos los inculcados son buenos.

O quizás soy el diablo idealismo
en los juicios que otorgaron mis andares
en base a lo que comulga conmigo mismo 
sin jamás contemplar a Ares.

Quizás solo estoy desgastando mi motor
cuando ya dio de sí su kilometraje de vida
y entonces se me vence el corazón
entre el trajinar del trabajo y la bebida.


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