y como todo joven, fui estúpido.
Ahora que soy mayor
y sigo siendo un estúpido
entiendo que la edad no nos coce
sino que nos reduce la razón
y nos hace tercos y testarudos,
nos vuelve reacios y francamente duros
en los asuntos fundamentales del corazón
porque aquellos asuntos nos descosen
el alma, el currículum y nos tiembla la voz
por sabernos madúramente estúpidos.
Hace poco más de diez años
comencé mi carrera en la bebida
como una cosa sería,
por aquellos tiempos no había stevia
para endulzar sin temores la vida
y tampoco existían los dolores de antaño.
He descrito aquí fielmente
mis dolores, mis penas, mis amores,
mi agradecimientos y he tratado de mostrar
mi voz muda entre mis versos nacientes,
he tratado de aclara en mi poesía las razones
por las que el verso se me cuela en el mar.
Pero soy un estúpido
un estúpido mayor
y todo ello lo escribo sin escrutinio
desde el azul de mi embriagado corazón.
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