julio 05, 2014

Azul y de noche etérea

Sigue ardiendo una llama
guarecida en los albores del tiempo
y es azul y de noche etérea,
como la muerte del colibrí
abatido por los turbios cristales
de este mirar mío tras la ventana.

Voy y ya nunca vengo, me quedo
sin estar en donde nada soy
y una sombra me besa los labios,
y es ahí cuando dios me perdona
y se glorifican mis tintos pecados.

Yo, sin saber de ti, ya te sabía
versando el camino de granos
que alimentaba a los cuervos
nacidos entre mi soledad y mi prosa,
ya te sabía latiendo todos los mares
dentro de un vaso cristalino
mezclando tu voz con la de caracolas.

Ya te sabía yo, a media luz
y sigue ardiendo una llama
aún guarecida y aún azul.

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