Entre tus labios y los míos
ha de relinchar la latidud
que crece a lo lejos con brío
para aniquilar del todo la virtud.
Pero entre el etéreo espesor
de mi ebriedad y mis bajas luces
han de caber las miles de dudas
que de noche coronan mis cruces.
Y me carcomen las voraces sombras,
los millones de latidos perdidos,
la vaguedad, las imperiosas letras
y este mío azar incomprendido.
Por que me muero sin morirme
del todo, como hacen las rosas
que se han convertido en polvo
para viajar de una forma imperiosa.
Entre el amor y yo, habrá un trecho
en el que no galoparán corceles
con sus blancas crines gloriosas
si han de surcar un cielo de oropeles
en los que tu carne saldrá airosa
de tanta tinta expuesta en mis papeles.
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