septiembre 28, 2010

Lo Que Duele

Lo que duele es esta ausencia de ruido
el rugir a lo lejos de los coches,
la maldición de saberse perdido
en medio de la calma de la noche.

Ya te partirás en dos la cabeza
y sin más te romperás una pierna,
te embargará sin razón la tristeza
una vez salida de su caverna.

La piel se curtirá, llena de cortes
un ojo se te tornará morado,
el dedo perderás en tus recortes
y las tijeras te dirán: "cuidado".

Lo que duele es estar aquí sentado
a oscuras, mientras todo el mundo duerme
con la conciencia de aquello que duele,
cuando noto en tu mirar que has llorado.

septiembre 27, 2010

Cavilaciones (Parte II)

Generación, degeneración, regeneración
¿Es así como habrá esta, la vida de funcionar?
darle al clavo sin ninguna artera especulación
es una forma atroz de regar las flores del mal
o una forma demencial de notable disfunción
del ser que no logra ser; a caso obtuso animal.

Animal longevo el que siempre nos lleva a cuestas
que se convierte en demonio dador de las letras,
un dios sin canonizar; a vuestra ala recuesta
su liquido vil, echado a través de la uretra
vigía de la noche, sin temor a la apuesta
de dormir sin tranca, con la puerta bien abierta.

Yo no he de pretender nada, de ahí mi problema
con el tabaco, con la pluma, con la bebida
que muy a menudo me provoca, horrible edema,
escozor en el cuerpo, la mirada abstraída,
el corazón anhelando, una ardiente anatema
sumida entre vicio y virtud, eterna apología.

Bien sé que debo un poco, al cabo, siquiera dormir
entretejer mis sueños y dedicarme a existir,
quitarme de complejos y aún de pie resistir
el embate bravio de las olas aperladas
que abastecen mi sed sombría, nula morada
entre lo incesante, entre la frialdad del devenir.

septiembre 23, 2010

Apología de la Locura (Relato #5)

¿Y entonces que ha pasado? ¡Que no ha pasado nada! Señor, creo que has notado desde lo alto la bondadosa generosidad de la limosna que cada día domingo, de mi bolsillo y de manera voluntaria a tu casa he dado, que cada anochecer antes de dormir ante ti me hinco y sin más te lleno de calladas oraciones y ruegos. Y no ha pasado nada. La otra noche maté un perro a ladrillazos, ese mismo animal que gustaba de gruñir a mi paso, con su horrible hocico ensalivado y maloliente. Y sin más, sin demasiado trabajo le he matado; sólo dos proyectiles, directos y certeros y su cabeza reventó como globo dejando una mancha oscura en el pavimento. No he de mentirte (¡No! jamás te haría eso a ti), la sonrisa inundo de golpe mis labios para salir de la escena sereno y una canción tarareando. ¿Entiendes lo que digo?
He visto muchas veces al párroco alzando la copa en la mano, ese vino de consagrar, lo he visto beber cada gota y después continuar con el sermón para terminar la misa. Me digo entonces: "Esto debe funcionar así, el trago en la mano bien podría ser un estandarte para sopesar con su calor ese frío que viene desde adentro y corta la felicidad de tajo, bien podría ser que su efecto somnífero tan solo ayude al hombre a no sentirse tan inhumano". No es justificación siquiera para decirte que cada noche bebo un poco, un mucho cuando se me viene encima el aguacero. Pero, si tu nos has creado, a tu perfecta imagen, a tu impoluta semejanza ¿Qué hago yo, para no encontrar la verdad y la redención tan ansiada, tan buscada entre las cuentas del rosario y que tan miserable ha de parecerme, dados dichos argumentos, esa inmaculada divinidad se ve reflejada en el propio espejo? ¿Será que tú también has de tener defectos, y que la semejanza que me has brindado está basada en ellos? Señor, en verdad no lo se...
Pero tu sí sabes bien, que el hospital con los recursos que anualmente aporto se mantiene operando y brindando bienestar; has de saber del asilo, del alimento que cada lunes les proveo a los ancianos para mitigar un poco su hambre y su estadía, para mitigar un poco sus años cansados y sus preocupaciones. La chica de la esquina, aquella muchachilla que sus besos vende siempre me lo agradece. Ella también lo sabe y yo se que sus caricias paraconmigo son sinceras y que el pago por sus servicios han de hacernos al terminar el día (el mío, por que el suyo, a esas horas apenas comienza), sentir una satisfacción más cálida, por encontrarla mutua. ¿A caso he obrado mal? No es María Magdalena, no es una puta cualquiera, es una puta que a ti se encomienda para que después del trance coital, nada le pueda ocurrir, para que nada se torne mal. Algunas veces, ella se sienta en la banca más alejada del parque, se baja un par de cuartas la falda, cierra los ojos entre lágrimas e intenta rezar. Claro está que sus plegarias son un tanto improvisadas, que te llama "diosito", y que el sistema de cuentas entre sus manos jamás del todo entenderá, pero es una buena muchacha. ¿A caso, ella también obra mal, si entre sus piernas se suele muy a menudo encontrar un paraíso carnal que podría instruirnos para el día en que finalmente conozcamos aquel llamado celestial?
¡Ay, Señor, vaya encrucijada me has dejado en esta tierra donde nunca pasa nada, donde nadie ha de notar a este siervo tuyo, que solo procura bienestar! Pero ¡basta! Es la hora de irse a acostar y a ti mi alma encomiendo, a ti Señor, que eres siempre tan justo y conmigo tan bueno, que me has brindado sensatez y bondad en mi pensar, en mi sentir y en mi actuar, para con los míos, que a final de cuentas son nuestros y que cada amanecer me alejas de todo mal.
Amén, que esta noche ya nada he de preguntar...

septiembre 21, 2010

Sucede que me encuentro

Sucede que me encuentro triste,
terriblemente triste, viejo
de las ganas al debatirse
entre auroras, entre reflejos
de luz de día prodigados
de vientos secos, lacerados
por el tiempo. Granos de arena,
dorada, ardiente y serena.

¡Viejo yo, con mi escasa verdad
trasnochando tras de la puerta
como queriendo de lleno entrar
con su cuerpo frío, ya Muerta!

Muerta de vejez, contenida
en sus invernales harapos,
con su cara descolorida
con sus formas óseas de trapo.

¡Triste yo, con las manos claras
y franco el corazón menguando,
entre la Luna que depara
una brasa tibia apagando

ese dulce candor del fuego,
del de otrora, entre la estrella
que no necesita de ruegos,
por saberse del todo bella.

Sucede que me encuentro triste,
terriblemente triste, viejo
con esta juventud, terrible
necesidad de un catalejo
descubriendo mejores tierras,
sin demonios acechándolas,
sin esa calma de posguerra,
sin el vicio poseyéndolas.

Comprendo

Ahora comprendo que me faltan demasiados años, demasiadas vidas para aprender, que el conocimiento adquirido siempre será inexacto y que esta afición por ver la Luna caer me traerá más arrugas y la pronta necesidad de perecer.
Busco las maneras más propias, las más decentes, el ángulo más sofisticado para encontrar el resquicio adecuado en el escote más cerrado, un par de tacones que a su paso me recuerden el tiempo y su cualidad de todo corromper, y sin embargo no le encuentro lógica alguna al reloj ni a sus números arábigos. Todo, lo se, es cultura y también se que cada herida en el alma requiere sutura. No es como pensar en la sangre que una vez del cuerpo salida se extingue, no es como la cuna del niño que nunca un sueño reprime. Es la vida tan manchada de Muerte que a su vez suele ser cristalina, como el amor cuando uno no sabe de él ni tiene siquiera, una idea preconcebida. ¡No! Nada de esto a la luz de la bombilla suele ser verdad, mi sonrisa aunque efímera, mitiga el hambre mejor que el pan, una idea decadentista plasmada sobre la delgada lámina que algún día un árbol fue, me provoca esa chispa divina que a menudo se sujeta con todas sus fuerzas a la nada. La soledad siempre me acompaña, bebe conmigo y evita que me sienta sólo, la sobriedad la reservo para los días en que necesito de mundana grandeza, de movimientos ágiles y de todo mi decoro. Por eso busco entre espesos pastizales llenos de olvido, en medio de la citadina metralla y su estallido...por que así, muy a mi pesar, me siento vivo.
Comprendo también, que la virtud en su ausencia no hace más, que dejarme ser...

septiembre 19, 2010

Escribamos, pues

La vida es cruel
y sin embargo nos aferramos,
la poesía no da de comer
y ¡Oh, animales, Hermanos,
aquí sujetos estamos!

¡Aquí, con las rimas versadas,
con las palpitantes prosas!
Nuestras, sí, al cabo,
¿Y después qué?
¿Qué se hace con ellas?
¿Esconderlas bajo el rabo,
hornearlas en un pastel,
arrojarlas a las estrellas...?

¡Escribamos, pues,
y hagamos temporal
nuestra inmortalidad,
las facturas vendrán después
que ya comeremos carne,
beberemos el mejor de los vinos
y quemaremos tabaco también!

¡Escribamos pues,
empuñemos el corazón
ahora que podemos,
ahora que tanta falta
nos hace la razón,
quitémosle al alma el albornoz,
y que nuestros hijos
se alimenten de gusanos,
de esos sueños podridos
que ahora flotan desfallecidos
entre el mar intempestivo,
dentro, frío, inveterado.

Pero escribamos,
escribamos pues,
ya sin llevar la métrica con los pies.
¡Seamos valientes, Hermanos
para que vivamos después...!

septiembre 15, 2010

De Lejos

De lejos, alcanzo a distinguir una estrella
parpadeando su esencia, ya en los negros cielos
clandestinos glaciares sin agua, desierto
incubando frutos secos; fulgor toda ella
ya en los dorados avernos de miel de caña,
la sublime germinación endemoniada,
insensata, vil conspiración autoempleda,
y sentir el filo incivil de la guadaña.

De lejos, alcanzo a divisar el estertor
de una mano cansada de propia lascivia
en busca de un final, de un desenlace mejor,
una caricia ajena que resulte tibia
ante los gélidos vientos de la sinrazón
y la locura, un contacto desencajado
sin temores, ni a condiciones sujetado
por las doctrinas inculcadas del desamor.

De lejos, alcanzo a respirar un aroma
de tono etéreo, empapado de agua y sal
con cierta mortificación, cierto carcoma
una incitación carnal, vivo deseo animal
cautivo, impetuoso, alejado su morada,
ánima corrupta que trae a mi nariz el mal.

De lejos, al cabo después ya ni te miro,
tomo mis esquivas letras, y me retiro.

Esta Manía

Esta manía de ojos rojos huyendo de la luz oscura, mi insomnio y esa paciencia de santo que evita el tiro de gracia bien puesto en la cabeza. El primer sorbo a mi trago que en instantes se volverá el inicio dulce de una borrachera. el cigarrillo que se consume en mis labios sin más pena que la de verse vuelto en la noche humareda. Mis versos que con todas sus fuerzas me gritan: "no eres poeta", mi empírica experiencia de la vida que me dicta que todo es una treta.Mis pulmones calcinados, enengrecidos con su cáncer que aún no ha evolucionado, mi esperma enloquecido aniquilándose entre hermanos, mi trabajo que del sistema muy a mi pesar me ha hecho esclavo, mis ganas de contar esos sueños que nunca he contado. Mi vanidad perdida en el más sombrío rincón,la claridad obtenida después de ingerir el beso insumiso del licor, mi insensibilidad al notar a aquel hombre flagelado de la cruz, colgado en la pared de la sacristía sin que nunca me de su presunta luz. El indómito sexo enardecido que nunca logra anclarse a la calma para esperar la tempestad, la noche que entre el ir y venir no me dura, el sueño inacabado y su erección al despertar. Mi extraña y retorcida concepción de la moral, mi cobardía ante la aventura por creerla emocional; el ordenador y el dolor de espalda que a menudo me provoca, el teclado que hace tiempo se ha tornado en mi principal boca. Boca de fuego que no busca el azar de encontrar la bombilla que haga de la vida todo día, ni de la noche el reloj y su arena, ni a caso una reacción tardía, que solo busca tu boca para enlazarla a la mía para conseguir de ese imortal beso, cierto valor de plusvalía.

septiembre 12, 2010

He Perdido

He perdido mis Prosas, aunque grises, eran mías
como la Luna que asoma su nariz al finalizar el día,
como la línea recta con que debo, al cabo caminar
para no hacer tan evidente, mi muy carente ebriedad.
Salgo al mundo, respiro y pienso, y sin quererlo vivo
por que así me han enseñado, por que así escribo
con un extraño sentimiento reunido siempre a oscuras
de golpe, envilecido y con una encanallada soltura.

¡Ay, Mujer! Si te dijera que hoy requiero la mentira
transfusionada de tu boca, de tus labios, de tu alma
en su forma más carnal, que aunque no siempre revira
a conocidos puertos, al menos traen a mi la calma.

He perdido esa chispa de estallar sin razón en carcajada,
la vida pueril se me fue, se ha visto sin remedio emancipada
sin conocer el rencor ni la traición, sin conocer la desgana,
la desazón ni el desamor, sin miedo al naufragio en la nada.
Los cohetes a mitad del cielo estallando, esta noche
en el barrio circundante, no me dan razón de derroche,
por más que lo intente, la elucubración ha sido el molde
que mi figura ha conformado ¡Mi vaga figura deforme!

¡Ay, Mujer! Si te dijera que me falta ingenuidad para tomar el placebo
con un sorbo de Ron, y me sobra ese terrible lugar bien llamado Erebo,
que me carcome las manos esa ansiedad acompañada del mar
que no puede nunca salir de su cauce hallado en el lagrimal.

He perdido el encanto en la mirada otrora extasiada,
por buscar respuestas trivialmente encuadradas
en el perfil de la locura, sumando toda esa vana fe
que aún tengo, aquella de sentir más allá de la piel
sin reservas, sin comodato de pasadas alegrías
para encontrar mi ser y sin querer, renacer
en un torbellino claro sin necesidad de apologías,
donde pueda quitarme del cuerpo, todo alfiler.

¡Ay, Mujer! Si te dijera que mi mejor regalo,
inevitablemente a ti, sin más te lo he dado,
mis versos (únicos) libres recien encontrados,
en su candor, sin mieles ya, aún regocijados.

septiembre 07, 2010

Círculos Viciosos

Círculos viciosos, levedad de la propia sangre
vanidad vuelta deseo, desmantelada veracidad
humores, sudores, miel que del todo se esparce
y a su paso todo corroe, innata voracidad
la del clima propenso que llega del Hades;
acurrucado el sentimiento, fatal fatalidad.

Quetzalcóatl huyendo a toda prisa no escapa
por las escalinatas de piedras labradas,
no baja ni sube, tan solo en ellas escampa,
regresa taciturno con la cola entre las patas
y busca el fuego traidor que siempre amenaza
con derretir su fulgor, con acabar con su estampa.

Ese fuego huraño que a pocos su calor convida,
situado en la punta de alguna oscura ladera
enmohecida y desierta, una acalorada lascivia,
barro cubriendo el cuerpo formado en calderas,
fuego que vive y revive y entibia la vida.

Extraña forma, fugaces deseos, el sabor del Ron
fusionándose en la boca, autoempleada abogacía,
palabras vertidas y ya después la propia abdicación,
volver al origen, en él convertirse, la misantropía
llamando la puerta, sin temor alguno a la lapidación;
la vida, sin rayo de sol, y la noche, entintada elegía.

Yo me caliento con esa brasa carente de cielo,
busco el ritmo contiguo que no borre del agua mi reflejo,
las manos que me lleven directamente al deseo
de caer embriagado, de bruces encontrando el pavimento
y levantarme tambaleando del viejo y conocido suelo,
mirar en lontananza y reconocerme detras del espejo.

Agradecimiento especial a "Respirando entre palabras".
Me has hecho en demasía esta noche pensar...

septiembre 03, 2010

Monólogo II

Y ya en confianza, a Usted le pregunto:
¿Es a mí, irremediablemente a quien ve,
con mi tristeza y mi cuerpo enjuto
ó al espejo marrón de mis ojos a través
de los suyos, terrible y absoluto,
como laguna donde apoyar sus pies?

No es que yo crea lo que quiero creer,
ni lo que quiero creer que usted quiera;
yo solo busco al despertar amanecer
sin estertores, abrir mis alas allá afuera
con la esperanza de poder renacer,
una vez salido al alba de la trinchera.

No me queda más que volver a preguntar:
¿Seremos a caso, una especie de antípodas
sobrepuestos, después del mapa doblar,
o al cabo una triste y desgarbada epístola
arrojada en una botella al temerario mar?
Cuestión de locura, falaz e inequívoca.

Pero, ¡Vaya! Mejor no me responda nada,
que no pretendo yo ser dueño de falsa verdad,
ni que se sienta Usted, por mí acorralada,
¡No, Mujer, no! Si todo esto es ambigüedad,
que lucha por no caer en la hondonada
del cruel silencio, al ser su única realidad.

septiembre 01, 2010

Fragmento Autobiográfico #6

Escribo con el simple afán de libertad,
con el corazón arrítmico, antes de que pare
y con ello ponga a esto el punto final.


Estas letras anárquicas sin sueños de Gloria
se me pasean en la cabeza, ríen y aplauden
logrando de lo efímero, una vaga euforia.


Yo soy un títere movido noctúrnamente por hilos
entre los dedos de un dios ajeno y desconocido,
temeroso del vendaval que me mantiene en vilo.


Artilugio de la oscuridad, para poder plasmar
decenas de lágrimas que se han visto cristalizadas
sin poder estallar, sin poder regresar al manantial.


Poetastro encasillado a la terrible fatalidad
de lo que a diario se respira y hace daño,
a todo aquello que florece en la calamidad.


Soy ese, a quien incluso antes de siquiera nacer
se le condenó con dogmas arbitrarios, infundados
patrones que ahora entre vicios cotidianos
le impiden a toda costa, dormir y perecer.


El de reflejos felinos, y caligrafía casi perfecta
que al final no le ha de servir para nada,
el que escucha el suave crujir de la hojarasca
bajos su pies, sin que sea necedad predilecta.


Merodeador de Lunas en su fase más incivil,
irremediablemente adicto que precede al amor,
quizás para un instante sin complejos vivir,
quizás para sentir lo que produce el desamor.


Soy el loco que trasnocha sin precaución de lo blanco
de los cuartos, ni de sus muros acojinados,
qué a pesar de su farsa siempre ha sido franco
aún con sus pensamientos cabizbajos.


Ese de ayer, el de hoy, el de siempre,
aquel rapaz de la mirada perdida,
retrato del mar en trazo incongruente.