y miro fijamente la bombilla
emite una luz blanca, intermitente
es extraño, porque mi alma es amarilla
por el simple principio de ser disidente
y justamente ello me causa derroche
y también algunas noches, hambre
y en la razón algunas veces, calambres
que generalmente llegan de noche
y me atraviesan cuál las púas del alambre
con la finalidad de ser yo y no un fantoche.
Once diecinueve y todos duermen
mientras yo bebo en la misma mesa,
en la misma cocina,
sentado en la misma silla de ayer,
emancipando mi razón del que miente,
de las verdades estériles y tersas
que piensan grandeza desde la cima
porque el lodo les ensucia los pies.
Once veintisiete
y la noche es tan calma,
que le logra traer paz a mi alma,
un tanto ayudada por cuatro tragos
que he tomado por si viniera la muerte
de pronto está noche a mi cama
o peor aún, al llegar el alba;
pues me gustaría recibirla embriagado.
Once treinta y dos
más de un mes sin trabajo
y sin embargo no bajo mi bandera,
pues soy un contemporáneo disidente
y soy un poeta y tengo un corazón
¡Qué vaya dios si me no me da trabajo!
y tengo tanto que decir con voz verdadera
desde mi pasado y desde mi presente.
Once treinta y siete
y pienso realmente que la mercadotecnia
jamás ha entendido que el ser, siente
que es un todo global y no una etnia
que si no compra, se muere.
Once cuarenta y dos
me queda claro porque soy poeta
pues tengo un corazón
y ganas de comprar una escopeta.
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