mayo 31, 2013

Tras de mí la estela

Va quedando tras de mí la estela,
los enseres que de nada sirven,
la extinción de la luz de las velas,
las lágrimas después del crimen.

Y cuando todo es nada, abdico
de la razón y de la pobredumbre
que me erigió ante lo leído,
ante lo pensado, ante lo bebido
entre mansas muchedumbres.

Siempre mantuve una verdad
afilada y serena en la despensa
a pesar de su fecha caducidad.

Por que el mundo sin más expira
y lo que fuimos se ríe a carcajadas
de lo que ahora somos en la pira
victimaria de una pretensión enlutada.

Nada soy cuando las horas cortan
el camino de los tumbos y las manos
en la espesura que precede al alba,
nada traigo encima cuando duermo
a mis fieles demonios enmarañado
que beben conmigo un trago en calma.

Y las maletas al pie de la escalera
han de gritarle al viento que me marche
bajo la lluvia después de tanta espera.

Va quedando tras de mi una estrella,
un furor perdido en los ojos,
el neceser del poeta en querella
contra la Luna y sus tibios arrojos.

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