mayo 27, 2013

El desvalido

El desvalido tiene ambas piernas,
ambos ojos y ambos brazos,
tiene el oído puesto en caracolas,
la lengua lánguida y completa
y su nariz pesigue inquieta el rastro
de la tierra bañada por las olas.

Bebe, fuma, ocupa arpones
afilados en las coyunturas del ser,
inhala polvos mágicos y blancos
que juran recomponer corazones,
pinta, esculpe, escribe sin perecer
del todo en soledades y tapancos.

El desvalido como la Luna en lo alto
precisa la belleza del que la mira,
el sentimiento de aquel enajenado
que sin remedio ni adiós da un salto,
el pesar de un pecho que pronto expira
en el azul de su silencio enmarañado.


2 comentarios:

Ío dijo...


Pues que me gusta leerle, qué quiere que le diga, si ya lo sabe usted.
Precisar la belleza cuando ya se tiene, y se escribe, y se siente en su verso.
Yo le miro desde la suya, que le brota a raudales de su boca, entre los ojos y entre las piernas.
Gracias, Señor Gatopardo, poeta.
Un beso.

Ío

Gato Pardowski dijo...

Y a mi ha de gustarme ir por ahí dando tumbos señora mía, hacerme el loco que de noche escribe, cavilar entre la belleza ajena que acontece en el punto blanco en la ausencia de un páramo por donde sale la Luna; pero eso Usted ya también lo sabe.

También sabe, que en mi devenir, he tomado a la distancia lecciones cantábricas de poesía nacida en la más letal belleza.

El que debe agradecer es este gato en vías de poestastro.

Un abrazo, Ío...