abril 30, 2013

Retazos XV

CXLI

Lo que se del amor
lo aprendí de las aves
que nunca aprendieron
a rezarle a la noche un salve.

Lo que se de la vida
lo aprendí a bofetones
cargados de papel y tinta
que no admitían perdones.

Lo que se de la nada
lo aprendí de las copas
y las ganas en metralla
rebuscando bajo tus ropas.

CXLII

De aquellas cosas
que siempre quise
perduran las rosas,
y en el pecho los quistes.

Nada de la alegría
me esboza mayor sonrisa
que el roce de la melancolía.

CXLIII

Pudiera hablarte de la vida,
de la mía, de lo que soy,
de tantas causas perdidas
en las que ya no estoy.

Pudiera hacerte el amor,
besarte donde nunca,
hacerte sentir el desamor
que la sonrisa trunca.

Y sin embargo sabes bien
que jamás nada te haré,
si de noche me pega en la sien
 una quimera entrando a mi harem.

CXLIV

Vienes, como oscura costumbre
a regar con tus soles mis flores
entre soledades y muchedumbres,
entre un arco iris de grises colores.

CXLV

Qué dios me perdone si te falto,
si en mi loca carrera doy un salto
hacia las sombras en desencanto.

Qué el diablo me vomite del averno,
si en mi vicio te arrastro al gobierno
en el que en soledades febril canto.

Qué la mortalidad me arrastre,
entre las copas al tenue desastre
si en mi vivir te muestro el espanto.

CXLVI

Quiero un cielo sin mis muertos,
un arrebol en las montañas,
una utopía sin latidos tuertos,
una Mujer con malas mañas.

Quiero una eternidad en mi trago
sin el adjunto temor a los estragos,
una cadena que no ajuste al cuello
la correa que detiene lo bello.

Quiero un pan y dos peces
que el hambre entretengan,
el llamado de la ola sin reveces
que la furia del mar contenga.

Quiero del humo las figurillas
que elucubran lo que se ha ido,
las volutas que bailan distantes
mientras el todo se ha perdido.

Quiero entre noche y noche
un respaldo para el pecho,
una caricia, un mísero derroche
en el que sonría deshecho.

CXLVII

Puedes rondar mis aceras,
el filo incivil de mi vaso,
mis estertores, mis quimeras,
la caligrafía de mis trazos.

Mi ser sin ser, mis abrazos,
mis labios rotos, mis culpas,
mi ron, mis peores pecados,
mis amores concibiendo una dupla.

Mis letras tristemente clandestinas,
mi razón divorciada del corazón,
mi pasión a mitad de un baño de tina,
mis quimeras comiendo de mí una ración.

Mi letargo entre espesas sombras,
mi tambaleo, mi guitarra y sus notas,
el verso que constante te nombra,
el gusano que muere bajo mis botas.

Puedes rondar mi vacío,
mi carencia besando la ausencia
y sin embargo ha de ser el rocío
en tu pecho el que busca mi presencia.
 
CXLVIII

Y sin embargo te presentas
a pesar de tanto luto, tan cierta
y tan oportuna, como la rosa
que esboza una belleza aparatosa
sobre la tumba cargada de sal
en la que yazco, sin siquiera el mar.

CXLIX

La esbelta sombra del ciprés
besa despacio el barro y el suelo
mientras su pico en eterno verde
elucubra glorias más allá del cielo.

CL

Me conformo con ser un espectador
a estas horas y en estos lares,
por donde pasa lanzando besos
la Muerte y cerrando los bares.

La vida es dura y el mundo aciago,
y sin embargo habemos quienes reímos
mientras lloramos, quienes vivimos
la locura entre los hielos de un trago.

Me conformo con ser un espectador
envuelto en el humo y en la paz del licor.

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