abril 17, 2013

Es la nada -me digo

Una sombra bebe a cuentagotas
la luz y una corona de grises flores
en los albores marcados de tinta
y relieves palpitando bajo el vientre,
a mitad de la opacidad nocturna
busca el estallido de la chispa diurna
en la que la estirpe apellide el siempre.

Y en la mesa una botella calla
los delirios concebidos a diario
a través del cristal corrompido
por los viejos temblores de antaño,
un cisne mira el mundo caer en pedazos
entre los lagos donde ha de batir sus alas
esperando del cielo un tibio regazo.

Es la nada -me digo embriagado
de terrible ternura y menoscabo.

El temible cuervo ha terminado
por sacarse los ojos desde las tripas
a plena luz del giroscopio del día,
entre las doce y las trece del reloj
que guillotina los sueños gangrenados
de inocencias tenues y fugaces ambrosías.

Y en la alcoba una Mujer que no me mira
esparciendo lo que me queda del alma
bajo sus pies, a cambio de un después
en el que no naufrague mi bandera
alguna vez alzada al sol entre mis huesos
rotos revestidos de la brisa de un tal vez.

 Es la nada -me digo embriagado
de terrible ternura y menoscabo.

Un demonio mascarado frente al espejo
se ha visto atrapado por las certeras alas
que de su espalda emanan blancas,
y mientras llora sonríe en laconismo
cuando el reflejo no es blanco ni negro,
sino pardo como sus propias ganas
que se han hecho a la mar en una barca.

Y el levante me besa sin pena la frente
en la que otrora porté una guirnalda
de espinas y amores embalsamados
al candor de una Luna elucubrada
por este pecho, tan falto de talante
y tan dispuesto a las cálidas caderas
en las que pueda rondar deshecho
los lares que ameritan un triste semblante.

Es la nada -me digo embriagado
de terrible ternura y menoscabo.

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