abril 23, 2013

Retazos XIV

CXXXI

¡Qué putas! -me digo ahogado en los silencios
entrecortados en los que uno no es ni sabe
si saldrá del todo avante como las aves.

Y ella sonríe y acomoda en mi pecho
su busto a manera de etéreo detalle.

¿Qué putas? -me pregunta sin decoro
en el albor de la locura de su abrazo
que rebusca el ser maniatado entre mis trazos.

No es nada -le digo mientras enajenado
me acurruco cual perdiz en sus brazos.

CXXXII

Los cuartos de hotel se abarrotan
de amantes que saben de la noche
los labios y su empalagosa carestía.

Y en algún lugar del mundo
el poeta escribe y no fornica
la vida por sentirse moribundo.

CXXXIII

El demonio es dios,
el dios es demonio,
lo sé por que a menudo
mi trago pretende el amonio
y el amonio entre los tragos,
pretende dejar mi verso mudo.

El demonio es dios,
el dios es demonio,
y la vida se me va
como aquel unicornio
cansado en la niebla
de tanto pastar.

CXXXIV

Camino a la hondonada
sigo percibiendo los momios
de las carreras de caballos,
el número esperado
en los cartones del bingo
siendo de la suerte un vasallo.

Ojalá las Musas se sortearan
semanalmente en la lotería,
ojalá sólo quedara el recuerdo
de tus labios al medio día.

CXXXV

Poco me queda,
quizás nada,
lo sé, lo sabes
a estas horas
solitarias y paganas.

Y al pie de la noche
espero sin más
con los ojos abiertos,
que los cuervos
vengan cayendo en parvada.

CXXXVI

Los dedos amarillentos
y el cenicero vomitando
decenas de colillas.

Al pie de la escalera
el mismo tipo grisáceo
en la Luna me refleja
un cigarrillo fumando.

Soy yo, me digo cansado
inmerso entre volutas de humo.
Ese mismo soy yo,
me digo cargando
en los pulmones el luto.

CXXXVII

Así que aquí estoy
y sin pensarlo
bebo un trago.

Las avenidas también
sufren y lloran cuando
por ellas a solas voy.

Así que aquí estoy,
y tan sólo pienso en ti
cuando te bebo despacio.

CXXXVIII

Desde la acera de enfrente
se asoman los pechos
de una Mujer que claramente
otrora fue hombre
y ahora tiene precio.

No soy el único jodido
-pienso y levemente sonrío-.

CXXXIX

Al cabo de los años,
el espejo no es el mismo
ni los surcos en el rostro
denotan con certeza los daños.

El vodka y las pastillas
siempre te hicieron ver mayor
y temo decirlo,
nunca hicieron tu belleza menor.

Pero el espejo no es el mismo,
mientras imagino en tu sonrisa
el más encantador de tus cinismos.

CXL

Cansado, ciertamente
clamo por el pecho
que nunca se detiene,
por las convulsiones
que adolecen mis ganas
empedernidas siempre,
de copas y alboradas
que tanto mal te hacen
mientras mi propio
destino cruelmente
entre tumbos se deshace.

Cansado, ciertamente
algunas noche tu nombre les digo
a las aves que pretenden mis ojos,
y otras tantas sin más me maldigo
ya cerrada la puerta con cerrojo
a las luces que me irradian levemente.

Cansado, ciertamente
la noche fiera me devora
mientras eres y serás siempre,
una razón de sal encantadora,
una sesión de besos indecentes,
un constante palpitar bajo el vientre.
 

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